La función principal de los dientes es la masticatoria, sirven para triturar bien los alimentos y realizar una digestión adecuada además de para no atragantarnos al tragar la comida. Pero también son un elemento clave en nuestra estética facial ya que su color, forma y posición pueden alterar nuestros rasgos. No obstante, más allá de su función funcional y estética son unos elementos que esconden muchas curiosidades, te contamos algunas de ellas:

Desvelan secretos

La dureza, color o forma de los dientes puede desvelar muchos aspectos de una persona. Tu odontólogo puede averiguar en una revisión si sufres enfermedades como la osteoporosis, y en el caso de los hombres, ¡incluso puede descubrir problemas de disfunción eréctil! Si observa pérdida ósea en el hueso alveolar (dónde se alojan los dientes) o que los dientes no se encuentran demasiado estables, es probable que se deba a la osteoporosis, una patología que influye en la densidad y calidad de los huesos.

Pero, ¿qué tiene que ver la disfunción eréctil con la salud bucal? Aunque no lo parezca, están ligados, varios estudios lo han corroborado. La periodontitis, conocida como piorrea o enfermedad de las encías, se ha vinculado con enfermedades cardiovasculares, que son las que dañan los vasos sanguíneos impidiendo que el flujo de sangre llegue debidamente a ciertas zonas del cuerpo. Esto es lo que ocurre con la disfunción eréctil, por ello, cuando un paciente tiene una higiene bucodental buena pero padece periodontitis, es un signo de que puede padecer también disfunción eréctil.

Los dientes poseen memoria

Aunque se realicen tratamientos de ortodoncia y queden perfectamente alineados, si después no se llevan retenedores, los dientes vuelven a su posición original. Es habitual conocer a alguien que ha llevado tratamiento de ortodoncia en la infancia pero que ya siendo adulto sus dientes están descolocados, ¿cómo es eso posible? Se debe a que los dientes «tienen memoria», y si no se sigue un tratamiento de retenedores tras finalizar la ortodoncia, los dientes paulatinamente vuelven a su posición original. Los retenedores no son más que unas férulas que se ponen durante ciertas horas al día para reforzar y estabilizar la posición dental y evitar que se desplacen.

No son blancos

Ese tono blanco tan intenso del que presumen muchas celebrities en las revistas no es el color natural de los dientes. Ni si quiera cuando somos bebés, que apenas hemos tomado alimentos, son blancos.  Al igual que ocurre con la tonalidad de la piel, cada persona posee un color diferente, no existe uno solo que sea el adecuado. Además, con el paso del tiempo, la alimentación o los malos hábitos como el tabaco, ocasionan que los dientes cambien su tonalidad. En estos casos el remedio más recomendado es un blanqueamiento, que consiste en aclarar varios tonos el color de todos los dientes para devolver un aspecto jovial y sano a la sonrisa.

No son huesos

Por su color y su tacto podrían parecerlo, pero nada más lejos de la realidad. Lo que si comparten es un componente esencial en ambos tejidos: la hidroxiapatita.

La capa de esmalte es el tejido más duro del organismo

La dureza del esmalte dental solo la super el diamante. Pero no por ello es indestructible: los ácidos que segregan las bacterias al descomponer los alimentos, especialmente el azúcar, sí logran disolverlo.